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Alfonso Alba

28 de marzo de 2025 20:04 h

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Una de las maneras de comprobar lo que han crecido los embalses de la provincia de Córdoba es hacerlo a través de las imágenes del satélite Sentinel del sistema Copernicus. A través de la última pasada de los satélites, ya con los cielos despejados, ha sido posible ver la dimensión de las escorrentías provocadas por el tren de borrascas, que ha dejado casi llenos a todos los embalses de la provincia menos dos, los más grandes: Iznájar y La Breña II.

Así, a través del satélite se puede comprobar cómo el color de los embalses denota una fuerte presencia de sedimentos arrastrada por las escorrentías. Estos sedimentos se irán asentando con el paso de los días al fondo de los pantanos. Mientras tanto, muestran un tono café con leche en la mayor parte de los pantanos, especialmente aquellos que han estado sometidos a una mayor tensión por la llegada de grandes crecidas.

Es el ejemplo de Sierra Boyera, una enorme mancha café con leche que puede verse junto al municipio de Peñarroya-Pueblonuevo y también parte de Espiel. El Bembézar o el Guadalmellato también ofrecen un color muy diferente a otros embalses, donde el agua ha llegado de una manera más calmada. Así puede verse la diferencia entre el propio Guadalmellato o San Rafael de Navallana. El principio de este último embalse si presenta un color marrón que se va diluyendo conforme el agua se acerca al muro de la presa. Algo similar ocurre en Puente Nuevo, que ha recibido el agua de la crecida de Sierra Boyera pero con un color ya más normal en las inmediaciones de la presa, donde el agua llegaba mucho más lenta.

A través del satélite es posible comprobar también las enormes cuencas que han llenado embalses como el Yeguas, en las inmediaciones de Villa del Río, o se está llenando El Arenoso, en Montoro. E incluso comprobar las dimensiones de La Breña II, que aunque ha aumentado su nivel, aún sigue al 36%. De hecho, su vaso alcanza a muchos más kilómetros de distancia de los actuales, prácticamente hasta el río Guadiato en Santa María de Trassierra.

En esta ocasión, el satélite ha dibujado también la crecida del Guadalquivir, que no ha llegado a desbordarse. Se ve un río de un tamaño poderoso pero sin desmadrarse. Otro efecto de las lluvias en el satélite es el cambio de color del terreno, muy saturado de humedad y con un verdor desconocido desde hacía años.

Estas lluvias son las que han dejado una reserva media en los embalses de la provincia cercana ya a los 2.000 hectómetros cúbicos de agua, la mayor desde 2018. Ahora mismo, los embalses de la provincia están, de media, al 58%. Y subiendo.

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